El sentido de la historia

Durante siglos la Historia se consideró como el Relato coherente de una secuencia significativa y orientada de acontecimientos, es decir, un Relato que ordenaría el tiempo lógicamente (cronológicamente). El Acontecimiento era el punto que dividía los estasis temporales e inauguraba la serie de los acontecimientos, como hace el cero en la serie de los números naturales, pero añadiendo significación, ya que los números no significan nada. El Acontecimiento marcaba un comienzo, un origen, que a la vez era razón de ser, causa primera que va hasta su término, por lo tanto también meta y cumplimiento de un recorrido (télos). Por ello en la rama de la teología denominada escatología, no hay Acontecimiento que pueda ponerse en serie al nacimiento de Cristo, salvo el Juicio Final. Tenemos entonces que el Acontecimiento dotaba de sentido a la Historia en una doble acepción de significación y orientación. Lo real sería así considerado como un continuo motivado que podría ser interpretado por el historiador. La cuestión es ¿cómo se establece ese punto de apoyo fijo que distinga, en la sucesión infinita del tiempo, entre pasado, presente y futuro?. Para la religión cristiana hemos visto que es el nacimiento de Cristo como origen y el Juicio Final como télos. Sin embargo, para otras religiones, el Acontecimiento es otro. Fechar así parece, entonces, un hecho de fe, un fe-hecho y el postulado del sentido de la existencia humana una cuestión religiosa.

Esta visión de la vida humana como existencia dotada de sentido fue puesta en cuestión desde diferentes áreas del pensamiento que sería demasiado extenso reseñar aquí. Sin embargo, podríamos elegir un acontecimiento, este en minúscula, claro, y totalmente revisable, que marcara un antes y un después en esta concepción de la historia y de la vida humana. Ya que hablamos de historia como relato, nada mejor que acudir a algunos relatadores profesionales, algunos novelistas, que a principios del siglo pasado, abandonaron la estructura de la novela como relato lineal. Podemos elegir entre ellos a Faulkner, que, en The Sound and the fury (1929), alude a la definición de la vida que se encuentra al final de Macbeth: “it is a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing.»

¿Es la existencia y la historia humana un relato con sentido o es una historia llena de sonido y furia que no significa nada?

Acerca de joaquinluz

Soy una mirada que escapa tras la luz horizontal, roja, del atardecer. Soy un suspiro azul. Soy de la calle.
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2 respuestas a El sentido de la historia

  1. Ricardo dijo:

    Para Hegel la historia es la realización lógica del Espíritu, para Water Benjamin es un desastre en progresión. En el fondo todo depende de sensibilidades. La sensibilidad de cada persona le permitirá percibir un lado o el otro.

    Lo característico del ser humano es que necesita «hacerse». El estado de indefensión y casi carente de instintos en el que nace es, curiosamente, lo que le permite no estar «fijado» y poder así mirar hacia adelante para poder cosntruirse a sí mismo. En este sentido la pregunta por el sentido de la historia remite también a la pregunta por el sentido de la vida. Lo peculiar del sentido de la vida es que no tiene una respuesta definitiva, sino que se consigue al vivirla (al menos en alguna medida).

    Una de estas dimensiones es las que se construye el hombre es en lo religioso. Ya en los restos funerarios más antiguos existe un cuidado claramente religioso, lo que es una forma más para caracterizar al ser humano en el «haciéndose».

    Aunque la religión es algo muy amplio que abarca más que el concepto de fe (algo tan típico del cristianismo) yo me remitiría a la famosa frase de Dostoievski, «Si Dios no existe todo está permitido». En el fondo siempre es necesaria una clave de bóveda que fundamente la existencia. Y como, en última instancia, teísmo y ateísmo son indemostrables… sólo queda mirar hacia adelante. Ya dijo Schopenhauer que ni el suicidio vale. Suicidarse sólo es una forma de escapar, pero el problema permanece. De hecho el «problema» ya está antes de que cada uno de nosotros haya nacido.

    Un saludo.

  2. joaquinluz dijo:

    No sé si todo depende de la «sensibilidad de cada persona», me parece demasiado vago, pero tus observaciones sobre el hacerse me han llevado a comparar dos formas de «hacerse» frente a una misma experiencia, la de los campos de concentración nazis. Por un lado Viktor Frankl, del que en uno de tus blogs recomiendas «El hombre en busca de sentido» y por otro Jorge Semprún. Frankl elige la vía del sentido y construye sobre ella su logoterapia. Semprún elige la escritura. Aunque soy Psicólogo Especialista en Psicología Clínica ( a veces a mi pesar), mi «sensibilidad» me inclina más a lo que se hizo Semprún.
    Un saludo y gracias por tu atención

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